Un fallo en la frenada del vehículo es uno de los problemas que más temen los conductores. No es para menos: se trata de uno de los sistemas más importantes de seguridad activa de un vehículo, por eso es tan importante circular con los frenos en buen estado.
Lo que probablemente no sepas es que hay algunos otros componentes que influyen en la eficacia de la frenada y que conviene cuidar para que los frenos respondan al 100% cuando los necesites:
– Amortiguadores: si no se encuentran en buen estado, pueden desestabilizar el vehículo y provocar rebotes, lo que dificultará la frenada. Además, provocarán un trabajo extra a los neumáticos, que deberán encargarse de devolver la estabilidad al coche.
– Neumáticos: su desgaste aumenta la distancia de frenada, por eso no podemos dejar de insistir en que revises periódicamente la profundidad del surco. Recuerda que el mínimo legal está establecido en 1,6 mm, pero el agarre óptimo en superficies mojadas se da con 2,3 milímetros. Por eso no dudes en llevar tu coche a tu taller de confianza cuando veas que la profundidad es inferior a esa talla. También debes comprobar la presión de las cubiertas de manera periódica.
– Sistemas de estabilización: un mal funcionamiento de los sistemas ESP de estabilización puede provocar que, ante una situación peligrosa, tu coche dibuje un derrape todavía más acentuado y pierdas el control.
– Motor y embrague: en ciertas situaciones de emergencia, como por ejemplo en el caso de bloqueo de los frenos, es necesario recurrir al freno motor. Para que éste responda, tanto el propulsor del vehículo como el embrague deben estar en perfectas condiciones, con el fin de que el coche reduzca de marchas de la manera adecuada y así conseguir detener o, al menos, dominar el vehículo.
– Dirección: si no controlas al milímetro la dirección de tu vehículo, imagínate las consecuencias que puede tener esto al tratar de corregir un derrape y detenerlo de manera segura.
Para asegurarte de que tanto el sistema de frenos como el resto de elementos funcionan correctamente, es imprescindible que realices las revisiones periódicas que indica el fabricante del coche.
También debes permanecer atento a algunos síntomas que te pueden indicar que algo está fallando, como ruidos raros del motor o del cambio de marchas, chirridos y vibraciones al frenar o comportamientos poco habituales en tu coche, como desviaciones de la dirección o movimientos extraños que indiquen falta de estabilidad.